Blackmail! It’s a horrible and scary word. Typically the person is the victim of blackmail has been “captured” in a compromising situation, doing or saying something they shouldn’t have been doing. The person who possesses the incriminating photo or recording has power over the person who has been “captured” and seeks to extract an exorbitant payout to make the matter go away.
While it’s unlikely that we have lived this kind of drama in real life, we all do have an unsettled account hanging over us as human beings. We are “captured” by the “original sin” or our first parents (see Genesis 3) and by our own contribution to disobedience (see Romans 3:23). We have all sinned and fallen short of God’s perfect glory that he possesses and that he intended for us when he created us.
In this fallen condition we find ourselves separated from God. There is nothing that we can do in our own power to make it right and there are consequences to this separation. We experience guilt, emptiness, estrangement from God, but the worst part of being “captured” by sin is that without remedy we suffer eternal separation from God.
The enemy of God and our enemy, in his role as tempter, deceiver and destroyer, seeks to keep us in this state of captivity, trying to convince us that we are without hope, that we cannot escape. Some have given in to this desperation with all forms of destructive behavior. Yet, God does not leave us without hope. Just as we saw last week, his love for us is eternal, even before we were born, he loved us and seeks us.
Listen to these words from Romans, “but God shows his love for us in that while we were still sinners, Christ died for us” (5:8). And again, “For if, because of one man’s trespass, death reigned through that one man, much more will those who receive the abundance of grace and the free gift of righteousness reign in life through the one man Jesus Christ” (5:17).
Our sin does not have to be the final word in our “captured” situation. The One who created us in love, entered into our captivity and again in love has made possible our restoration. -------------------------------------------------- ¡Chantaje!
¡Chantaje! Es una palabra horrible y aterradora. Por lo general, la persona que es víctima de un chantaje ha sido "capturada" en una situación comprometedora, haciendo o diciendo algo que no debería haber estado haciendo. La persona que posee la foto o grabación incriminatoria tiene poder sobre la persona que ha sido "capturada" y busca extraer un pago exorbitante para que el asunto desaparezca.
Si bien es poco probable que hayamos vivido este tipo de drama en la vida real, todos tenemos una cuenta pendiente sobre nosotros como seres humanos. Somos "capturados" por el "pecado original" de nuestros primeros padres (ver Génesis 3) y por nuestra propia contribución a la desobediencia (ver Romanos 3:23). Todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria perfecta de Dios que él posee y que Él quiso para nosotros cuando nos creó.
En esta condición caída nos encontramos separados de Dios. No hay nada que podamos hacer en nuestro propio poder para corregirlo y esta separación tiene consecuencias. Experimentamos culpa, vacío, alejamiento de Dios, pero la peor parte de ser "capturado" por el pecado es que sin remedio sufrimos la separación eterna de Dios.
El enemigo de Dios y nuestro enemigo, en su papel de tentador, engañador y destructor, busca mantenernos en este estado de cautiverio, tratando de convencernos de que no tenemos esperanza, de que no podemos escapar. Algunos han cedido a esta desesperación con todas las formas de comportamiento destructivo. Sin embargo, Dios no nos deja sin esperanza. Tal como vimos la semana pasada, su amor por nosotros es eterno, incluso antes de que naciéramos, nos amó y nos busca.
Escuchemos estas palabras de Romanos: "Pero Dios muestra su amor por nosotros en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (5:8). Y otra vez: "Porque si por la transgresión de un solo hombre reinó la muerte por aquel hombre, mucho más reinarán en vida los que reciben la abundancia de la gracia y el don gratuito de la justicia, por medio de un solo hombre, Jesucristo" (5:17).
Nuestro pecado no tiene que ser la última palabra en nuestra situación de "captura". Aquel que nos creó en amor, entró en nuestro cautiverio y de nuevo en amor ha hecho posible nuestra restauración.