Jubileo 2025: Una oportunidad para ser signos visibles de esperanza Por: María del Mar Muñoz-Visoso, M.T.S.| Directora Ejecutiva, Secretariado de Diversidad Cultural en la Iglesia, USCCB
¿Qué es la esperanza? ¿Qué te da esperanza y cómo puedes dársela a los demás? En 2025, la Iglesia Católica nos invita a dedicar un Año Jubilar entero a explorar esta virtud de la esperanza. El 24 de diciembre de 2024, el Papa Francisco inaugurará el Año Jubilar 2025 con la apertura de la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, seguida de las otras tres basílicas mayores de Roma. El Año Santo concluirá en la Fiesta de la Epifanía, el 6 de enero de 2026. Celebrado cada 25 años, el Jubileo es un momento especial de gracia, perdón de deudas y reconciliación. Se nos anima a contemplar el misterio de la Encarnación y a examinar nuestras relaciones con Dios, con los demás y con la creación de Dios. Es un tiempo para “llevar la buena noticia a los cautivos” para disipar lo que sea que nos tenga prisioneros, ya sea físico o espiritual. El tema elegido por el Papa Francisco para el Jubileo 2025 es Peregrinos de la esperanza. “La esperanza no defrauda”, con estas palabras, tomadas de la carta de San Pablo a los Romanos (Rom 5,5), el Santo Padre abre su proclamación oficial (toro de inducción) del año jubilar. El tema es una invitación a los cristianos a redescubrir la esperanza que nace de conocer el amor de Dios por el individuo. A perseverar en esa esperanza y contagiarla a los demás. Es una invitación a tener coraje en la peregrinación de la vida sabiendo que el amor de Cristo nos impulsa y que no estamos solos en el camino. Tenemos certeza en la recompensa que espera a quienes perseveran en la fe, la esperanza y el amor. Es también una invitación a reflexionar sobre las razones de esta esperanza (1 Pedro 3,15). El apóstol Pablo, (nos recuerda el Papa Francisco), nos anima a «alegrarnos en la esperanza, ser pacientes en el sufrimiento y perseverar en la oración» (Rm12,12). «Sin duda», continúa, «tenemos necesidad de «abundar en la esperanza» (cf. Rm 15,13), para dar un testimonio creíble y atractivo de la fe y del amor que habitan en nuestro corazón; para que nuestra fe sea alegre y nuestra caridad entusiasta; y para que cada uno de nosotros sea capaz de ofrecer una sonrisa, un pequeño gesto de amistad, una mirada amable, un oído atento, una acción buena, sabiendo que, en el Espíritu de Jesús, pueden convertirse, para quien los recibe, en ricas semillas de esperanza». (Spes not confundit, 18) El Papa nos desafía a ser no sólo “peregrinos de la esperanza”, sino también “misioneros incansables de la alegría” (Mensaje del Santo Padre Francisco para la XXXIX Jornada Mundial de la Juventud, 24 de noviembre de 2024), porque “quien espera en el Señor correrá y no se cansará” (cf. Is 40,31). Que las peregrinaciones, las oraciones, la penitencia, las abundantes obras de misericordia y de bien, y cualquier otra iniciativa en la que participemos durante el Jubileo 2025, sean signos externos de una peregrinación interna para conformarnos cada vez más a Jesucristo, la “puerta” (cf. Jn 10,7.9) de nuestra salvación, a quien la Iglesia está encargada de anunciar siempre, en todas partes y a todos como “nuestra esperanza” (1 Tm 1,1). (SNC, 1). Que los cristianos sean un signo de esperanza para el mundo en medio de tanto sufrimiento y destrucción, indiferencia, división y desprecio general por la vida humana y por la creación de Dios. ¡Permanezcamos firmemente anclados en la esperanza!
Oracion del Jubileo: Padre que estás en el cielo, la fe que nos has donado en tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, y la llama de caridad infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu Reino.
Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva,cuando vencidas las fuerzas del mal, se manifestará para siempre tu gloria.
La gracia del Jubileo reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y derrame en el mundo entero la alegría y la paz de nuestro Redentor. A ti, Dios bendito eternamente, sea la alabanza y la gloria por los siglos. Amén.