TV Announcer: “The second largest city in Armenia is in ruins. We saw houses turned into heaps of metal and concrete. Schools and kindergartens turned into heaps of rubble.” “In 1988 there was a 6.8 earthquake in Armenia. Thirty thousand people died in four minutes. A bunch of parents ran to their kids’ school that had completely collapsed. They just started mourning outside the school that their kids were dead, except one dad. He ran up to the rubble at school and started ripping one brick off after another.
At first some people were helping them out, but hour after hour their hopes were diminished. Nobody could possibly be alive there. After a while they started mocking him. He just kept going and going. Thirty-eight hours later, by himself with his bloody hands, he lifted one last brick, threw it aside, and there was his son with his friends. And his son's immediate reply was “I knew you'd come dad!” This is how our heavenly Father loves us then we're covered in the rubble of sin. With the bloody hands of Jesus Christ he saved us. He saved you.” (The Search)
Last summer we heard this story from the lips of Chris Stefanick during “The Search.” Tears welled up in our eyes and our throats constricted with emotion. We love a great story of rescue. Yet we don’t have to watch a movie, read a book, or hear of some amazing feat secondhand. We can live it firsthand. We were created in love. ,
We were captured by sin. But God,. Those are two very powerful words. But God so loved us, even when we were captured by sin and in complete rebellion to the goodness of his creation, he sent his Son Jesus to rescue us.
There is a beautiful verse in the first chapter of the Gospel of John that explains God’s intention in this rescue. “But to all who received him, who believed in his name, he gave power to become children of God” (verse 12). Jesus extends his bloody hand to us, to rescue us. There is no better response than to say “I knew you would come!” ~ Gary Wiley Adult Formation Coordinator
Locutor de televisión: "La segunda ciudad más grande de Armenia está en ruinas. Vimos casas convertidas en montones de metal y hormigón. Escuelas y jardines de infancia convertidos en montones de escombros".
"En 1988 hubo un erremoto de 6,8 grados en Armenia. Treinta mil personas murieron en cuatro minutos. Un grupo de padres corrió a la escuela de sus hijos que se había derrumbado por completo. Comenzaron a llorar afuera de la escuela porque sus hijos habían muerto, excepto un papá. Corrió hacia los escombros de la escuela y comenzó a arrancar un ladrillo tras otro. Al principio, algunas personas los ayudaban, pero hora tras hora sus esperanzas disminuían. Nadie podría estar vivo allí. Al cabo de un rato empezaron a burlarse de él. Siguió y siguió. Treinta y ocho horas después, solo con sus manos ensangrentadas, levantó un último ladrillo, lo tiró a un lado, y allí estaba su hijo con sus amigos. Y la respuesta inmediata de su hijo fue: "¡Sabía que vendrías, papá!" Así es como nuestro Padre celestial nos ama, entonces estamos cubiertos con los escombros del pecado. Con las manos ensangrentadas de Jesucristo nos salvó. Él te salvó". (La Búsqueda)
El verano pasado, cuando escuchamos esta historia de los labios de Chris Stefanick durante "La Búsqueda", las lágrimas brotaron de nuestros ojos y nuestras gargantas se contrajeron por la emoción.
Nos encantan las grandes historias de rescate. Sin embargo, no tenemos que ver una película, leer un libro o escuchar de segunda mano alguna hazaña increíble. Podemos vivirlo en primera persona.
Fuimos creados en el amor. Fuimos capturados por el pecado. Pero Dios,. Esas son dos palabras muy poderosas. Pero Dios nos amó tanto, incluso cuando fuimos capturados por el pecado y en completa rebelión a la bondad de su creación, envió a su Hijo Jesús para rescatarnos.
Hay un hermoso versículo en el primer capítulo del Evangelio de Juan que explica la intención de Dios en este rescate. "Pero a todos los que le recibieron, a los que creyeron en su nombre, les dio potestad para que fuesen hechos hijos de Dios" (versículo 12). Jesús extiende su mano sangrienta hacia nosotros, para rescatarnos.
No hay mejor respuesta qué decir: "¡Sabía que vendrías!" ~ Gary Wiley, Coordinadoro de Formacion de Adultos